América del Norte tiene actualmente una mezcla impresionante de culturas y lenguas provenientes de una gran parte del mundo. El surgimiento de los lenguajes que tienen una gran influencia y se mantienen como los primeros más hablados en ese territorio, datan de hace más de 500 años.
Tres de los cuatro idiomas más hablados en el área de América del Norte, refiriéndonos a Estados Unidos y Canadá, son el inglés, español y francés.
El inglés es el tercer idioma más hablado del mundo después del español y el chino mandarín. Según Estatista, una de las compañías de estadísticas líderes en Internet, hay 1,500 millones de personas en el mundo que hablan inglés, de las cuales 375 millones son hablantes nativos.
El español es hablado por unos 420 millones de personas, siendo para 330 millones su idioma de referencia. Según un estudio realizado por el Instituto Cervantes en 2016, titulado “El español: una lengua viva”, 41 millones de personas hablan español de forma nativa en Estados Unidos, convirtiendo al territorio en la segunda nación hispanohablante del mundo después de México.
El francés es el cuarto idioma más hablado en los Estados Unidos después del inglés, español y chino mandarín. De acuerdo a la Oficina de Censo de Estados Unidos, más de 220 millones de personas hablan francés. En Estados Unidos alrededor de 1.6 millones de personas lo hablan, siendo unas 40 mil en el estado de Nueva Jersey y 21 mil que hablan francés criollo.
Además, el 10% de la población de los estados de Nueva Inglaterra tienen ancestros franco-americanos y franco-canadienses, y en Louisiana y California hay más de un millón de franco-americanos, de acuerdo al censo realizado en 2010 en Estados Unidos.
Aunado a esto, desde el siglo XX aumentó la inmigración de ciudadanos africanos a Estados Unidos, y una gran parte de ellos, provienen de la francófona África Occidental.
Ahora, hablemos de cómo llegaron estos tres idiomas a América del Norte y cómo se propagaron para lograr ser los cuatro más importantes actualmente.
Estados Unidos de América antes de lograr su independencia era una colonia inglesa. Por lo tanto, el territorio heredó una gran parte de su cultura, así como su idioma alrededor del Siglo XVI.
El crecimiento acelerado del inglés como lenguaje considerado oficial en Estados Unidos en un período de 400 años se debe principalmente a una serie de factores: geográficos, socio-económicos, políticos y lingüísticos, entre otros.
La rivalidad por conflictos políticos y sociales entre Estados Unidos y Gran Bretaña fue uno de los motivos del desarrollo de un lenguaje propio para los estadounidenses, donde además se reflejaba el crecimiento y la historia de su comunidad. El lenguaje hablado por los primeros ingleses colonizadores a lo largo de la costa del Atlántico fue el hablado por Shakespeare, pero el idioma estaba pasando por muchos cambios. Era el período del comienzo del inglés moderno, época en que el dialecto de East Midland se estaba convirtiendo en la escritura estándar por toda Inglaterra.
En dicha época, el inglés tomó palabras de manera significativa de otros lenguajes porque se creyó insuficiente para el desarrollo de su historia. Hubo grandes variaciones de dialectos y acentos usados por los angloparlantes, las cuales también se alojaron en América al mismo tiempo, de hecho, muchas estructuras sintácticas de ese período aún siguen vigentes en Estados Unidos, y en algunos lugares se pueden escuchar muchas palabras, significados y pronunciaciones que ahora son obsoletas.
Antes de la influencia de los inmigrantes, en Estados Unidos había una gran población de indígenas que hablaban lenguajes nativos como el Algonquino, Muskogueano y Penutíes, dialectos que usaron los primeros asentadores para comenzar a adaptarse a su nuevo hogar. Al ser tan diferentes, la lengua fue transformada considerablemente y los pobladores tuvieron que aprender a hablar ingles.
El primer asentamiento tuvo lugar en 1607 en Jameson, Virginia, seguido por el desarrollo de doce colonias alrededor de la costa del Atlántico. Para cuando se llevó a cabo el primer censo de población en 1790, habían aproximadamente cuatro millones de personas viviendo en las colonias inglesas, 95% de ellas, provenientes de las Islas Británicas.
Asimismo, se crearon pequeñas comunidades religiosas temporales de puritanos y otros grupos disidentes que apoyaban la selección social más que la geográfica al formar nuevas colonias. Esta interacción entre comunidades, incluyendo a inmigrantes europeos, la inmigración forzada de esclavos y el contacto con comunidades indígenas nativas, llevó también a la diversificación del dialecto. Además de los colonizadores británicos, hubo una inmigración constante de países europeos. Colonos holandeses fundaron Nueva Holanda a lo largo del río Hudson, siendo Nueva Amsterdam, ahora Nueva York, su principal puerto en 1614. Años después, llegaron los colonizadores franceses, creando una comunidad en Carolina del Sur.
La influencia del lenguaje africano, con la llegada de los esclavos, fue muy poca porque se les obligaba a aprender inglés para comunicarse con sus amos. Entonces se desarrolló el inglés vernáculo afroamericano hablado actualmente por unos 25 millones de habitantes. Con el paso del tiempo se creó una uniformidad única del inglés, una nueva versión. Además de tomar prestado de otros idiomas, nuevas palabras y estructuras sintácticas, se crearon y asimilaron para formar el lenguaje como hoy lo conocemos.
La Declaración de la Independencia en 1776 les brindó un ímpetu para innovar su léxico, lo que aprovechó Noah Webster (educador estadounidense) para publicar el libro “El instituto gramático del inglés como lenguaje” (A Grammatical Institute of the English Language), en el que defendía el uso de un sistema de ortografía distinto del británico, seguido de su libro “Disertación sobre el idioma inglés” (Dissertation on the English Language) y “Diccionario americano de inglés” (An American Dictionary of the English Language).
Otro de los lenguajes que se estableció hace muchos años en América del Norte, es el español. Todo empezó en 1513, cuando Juan Ponce de León, llevó el idioma a La Florida, en Estados Unidos. Gradualmente, los conquistadores españoles ocuparon lo que se conoció como los Territorios Españoles Fronterizos (La Florida, Louisiana y el Suroeste). El idioma español, a partir de ese momento, se volvió una lengua prestigiada y así fue hasta la primera mitad del siglo XIX.
México, después de su independencia de España en 1821, perdió el territorio de Texas quince años más adelante ya que este se declaró independiente, y la guerra entre
Estados Unidos y México terminó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, el cual especificaba que el territorio al oeste de Texas se cedería a la nación victoriosa. Texas y California, seguidos de Colorado pasaron a ser territorios estadounidenses, siendo el inglés la lengua oficial. Con el paso del tiempo, Arizona y Nuevo México también adoptaron el inglés como lengua oficial, esperando un tiempo considerable ya que la mayor parte de su población era hispanohablante.
Durante el siglo XX, estas Tierras Fronterizas Españolas han vuelto a rehispanizarse por el incremento de la inmigración. Unido a esto, un gran número de hispanos han emigrado a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades por distintos conflictos políticos, sociales, económicos, etc., en sus países de origen. California y Texas, son los estados donde más número de hispanos han llegado, trayendo consigo su cultura y sobre todo su lengua, incluidos diversos dialectos del español. Otros estados con gran influencia hispana son Nueva York y Florida.
Ahora, la historia de la inmigración francesa a América comenzó con las olas de la inmigración francesa en el siglo XVI y duró más de 200 años. Los primeros exploradores que llegaron al “Nuevo Mundo” buscaban nuevas rutas por el Océano Pacífico. Por lo tanto, en 1524, Giovanni da Verrazano, al servicio de Francia, exploró las costas de América del Norte desde las Carolinas hasta Nueva Escocia en búsqueda de buenas condiciones para vivir. Y fue hasta 1534 que Jacques Cartier, explorador francés, después de tres viajes fundó Nueva Francia alrededor de la costa de la Península de Gaspesia (Canadá).
Con el tiempo, los franceses quisieron establecer numerosas colonias alrededor de América del Norte, pero fallaron debido a enfermedades, condiciones climáticas adversas y conflictos que surgieron con los británicos y holandeses, quienes poseían el control de la costa norte del Atlántico, y con los españoles, en dominio de la costa sur, México y las islas del Caribe.
Posteriormente, concentraron sus fuerzas en tierras situadas más al norte y establecieron su dominio en las áreas que rodeaban al río St. Lawrence, reclamando todo el Mississippi River Valley. Así, se formaron cinco colonias que consistían en: Canadá, Arcadia (incluía partes del este de Quebec y Maine), Plaisance (ahora Placentia en California), la Bahía de Hudson (parte de Ontario, Quebec, Saskatchewan, Alberta, Manitoba, Nunavut, y áreas en Dakota del Norte, Dakota del Sur, Minnesota, y Montana) y Louisiana (incluía la cuenca del río Mississippi hasta el Golfo de México, y desde los Apalaches hasta las Montañas Rocosas).
En 1763 se creó el Tratado de París en el que se establece que Nueva Francia del este de Mississippi, incluyendo Canadá, excepto Nueva Orleans, debía ser cedida a Gran Bretaña.
Las ciudades que mantienen sus raíces francesas en América del Norte son:
Montreal, en Quebec, fundada por colonizadores franceses, es una ciudad bilingüe con doble identidad que sigue manteniéndose como la segunda ciudad francófona más grande del mundo después de París. El lenguaje nativo de 95% de los habitantes de la ciudad de Quebec, fundada por el francés Samuel de Champlain hace más de 400 años, es el francés.
Nueva Orleans en Louisiana fue reclamada por Francia como parte de su territorio en 1682, creando con el tiempo un lenguaje único, el francés criollo.
Saint-Pierre y Miquelon son islas rocosas en Canadá que formaron parte de las áreas apropiadas por Francia.
Cajún, Louisiana, donde muchos acadianos provenientes de Canadá se establecieron después de ser expulsados por los británicos durante la Guerra India y Francesa. Dichos habitantes esparcieron su cultura y su propio dialecto, el Francés Cajún que se mantiene vigente actualmente.
La evolución de las lenguas como hoy las conocemos no se detendrá nunca, gracias a la tecnología, a la movilidad de las personas y a la búsqueda constante de nuevas oportunidades. Esperemos que dentro de 100 años nuestra vida y nuestra herencia sea tan rica y maravillosa que logre crear una nueva y mejor generación de naciones que se unan a través de sus semejanzas y no de sus diferencias.
By: Teacher Elizabeth.